Las redes están formadas por personas
Los casos examinados en los dos primeros capítulos de Mind the Challenge nos llevaríana pensar que las redes sociales (y, en general, la infraestructura que permite su existencia, es decir, Internet) son herramientas que promueven exclusivamente comportamientos negativos. Sin embargo, la desinformación sistemática, la manipulación psicológica y los riesgos para la salud de los menores son muy relevantes también en nuestra vida offline. En este sentido, la tecnología lo que hace es ofrecer una exposición ilimitada a este tipo de riesgos, lo cual, por ejemplo, repercute inevitablemente en los fenómenos de imitación que se analizaron en el capítulo 2.
Esto no significa que las redes sociales sean herramientas neutrales, como explicó el sociólogo canadiense Marshall McLuhan a mediados de 1960, cuando acuñó la expresión «el medio es el mensaje», que significa que los medios pueden identificarse con su forma de estructurar la comunicación. Por el contrario, esto significa que las intenciones de un usuario individual son más importantes para definir sus actos comunicativos que la plataforma que utiliza para transmitirlos. Por lo tanto, si los usuarios, como seres humanos, pueden explotar el potencial de Internet para elaborar retos peligrosos y enrevesados contenidos desconcertantes, las mismas herramientas digitales pueden convertirse en un valioso aliado para causas mucho más nobles.
Alejándonos por un momento del tema de los desafíos en línea, esto es lo que ocurrió, por ejemplo, durante la llamada «Primavera Árabe», la serie de protestas y movilizaciones que sacudieron algunas regiones de Oriente Medio y el Norte de África entre 2010 y 2011, revolucionando la situación geopolítica de la zona hasta el punto de llevar al desmantelamiento de los regímenes autoritarios en Libia, Túnez y Egipto. Durante mucho tiempo, esos gobiernos sofocaron la disidencia mediante una represión sistemática de la libertad de prensa y de asociación. Sin embargo, no estaban preparados cuando, a principios de la década de 2010, sus ciudadanos pudieron por fin burlar la censura a través de Twitter y organizar encuentros creando un simple evento en Facebook.
Uno de los episodios más significativos de esas protestas se originó en las redes sociales. Como recuerda un artículo del New York Times, el 8 de junio de 2010 el empleado de Google Wael Ghonim, que entonces tenía 29 años, se encontró con una foto del cuerpo desfigurado de Khaled Mohamed Said, un compañero que fue golpeado hasta la muerte por la policía egipcia en un cibercafé, mientras estaba en Facebook. Movido por la rabia ante esa injusticia, Ghonim creó la página de Facebook Kullena Khaled Said (que significa «Todos somos Khaled Said»): en solo tres meses, la página alcanzó 250.000 seguidores y llevó a la organización de «protestas silenciosas» en las principales ciudades egipcias. Una de esas protestas tuvo lugar el 25 de enero de 2011 en la plaza Tahrir de El Cairo, y aún hoy se reconoce como la chispa que encendió el levantamiento del pueblo egipcio, iniciando una cadena de acontecimientos que condujo a la dimisión del presidente Hosni Mubarak.
A partir de ese momento, el papel de Internet en la definición de las identidades políticas y en las dinámicas del activismo de abajo arriba se convirtió en objeto de constante reflexión académica. En la década siguiente, las plataformas digitales darían lugar a numerosas experiencias de agregación: baste pensar en el Movimiento Cinco Estrellas en Italia, el movimiento antiausteridad en España y los paréntesis estadounidenses de Occupy Wall Street y la extrema derecha estadounidense en apoyo de Donald Trump. En resumen, Internet ha llegado a ser capaz de tener consecuencias extremadamente reales, dirigiendo los temas de debate en la esfera pública y llevando potencialmente al derrocamiento de gobiernos y a la elección de otros nuevos.
Todo este malestar no ha pasado ciertamente desapercibido a los ojos de las plataformas que, a estas alturas, se han convertido en todos los sentidos en verdaderos actores sociales. Estas empresas han comprendido cada vez más la importancia de su función histórica y han comenzado a desarrollar una comunicación a la altura de sus nuevas responsabilidades, especialmente centrándose en la solidaridad.
La nueva cara de las redes sociales
El 15 de diciembre de 2013 Facebook lanzó un botón «Dona ahora» con el que los usuarios podían destinar dinero a algunas organizaciones benéficas seleccionadas por la empresa: inicialmente eran 19, entre ellas la Cruz Roja Internacional, UNICEF y el WWF. Fue el primer paso hacia la creación de una verdadera herramienta de recaudación de fondos, introducida por Facebook en 2015, que consiguió incluir a más de 750 mil organizaciones sin ánimo de lucro.
A finales de 2016, la empresa de Mark Zuckerberg se dedicaba a construir un pequeño universo solidario, compuesto por herramientas para la donación de alimentos, asociaciones filantrópicas de alto perfil (incluida una con la Fundación Bill y Melinda Gates) y, por último, una notificación de «Safety check» para proporcionar información sobre el bienestar del usuario durante desastres naturales o ataques terroristas. En 2017, Facebook eliminó definitivamente su impuesto del 5 por ciento sobre las transacciones benéficas, al tiempo que anunció su plan para impulsar las donaciones en los cumpleaños de los usuarios. A día de hoy, Facebook sigue donando 5 euros por cada recaudación de fondos que los usuarios organicen en sus cumpleaños.
Todos estos esfuerzos se extendieron posteriormente a Instagram, la otra gran plataforma gestionada por Meta, en 2019, y han contribuido a recaudar la impresionante cifra de 5.000 millones de dólares en el transcurso de 5 años, donados por un total de 85 millones de usuarios. Dos de estos miles de millones fueron donados solo desde el inicio de la pandemia. Estas cifras han convertido a Facebook en uno de los actores emergentes en el mercado global del micromecenazgo, al tiempo que han permitido a la compañía recaudar altas cuotas de grandes ONG a cambio de patrocinios y publicidad.
En definitiva, estos actos de caridad no son precisamente desinteresados, pero sí desempeñaron un papel central en la evolución de las redes sociales modernas, y demuestran mejor de lo que podrían hacerlo los datos que Internet no se caracteriza exclusivamente por dinámicas negativas. Mediante la activación de herramientas diseñadas para conectar a los usuarios con organizaciones sin ánimo de lucro, las plataformas digitales consiguieron estimular la solidaridad de arriba abajo. Sin embargo, como ya hemos mencionado, las plataformas están formadas en su mayoría por la suma de las personas que pasan su tiempo en ellas, y las iniciativas de solidaridad lanzadas por los usuarios en las redes sociales en los últimos años merecen un capítulo propio.
Cuando los retos hacen mucho bien
Internet (y las redes sociales) no son solo un lugar negativo, sino también positivo y estimulante. Antes de entrar en materia y descubrir los retos positivos que han implicado a millones de usuarios en los últimos años, dejemos brevemente la palabra a Letizia Atti, pedagoga y educadora digital. Aquí, Atti explica qué ventajas ofrece Internet a los jóvenes de hoy:
Por lo tanto, Internet se destaca como un campo de entrenamiento para conocerse y desafiarse a sí mismo. Además, varios estudios coinciden en que entender las nuevas tecnologías y saber aprovecharlas es fundamental para el crecimiento de las nuevas generaciones, que cada vez se relacionan más conscientemente con el mundo online y son capaces de aprovechar sus beneficios. Sabiendo que el futuro será cada vez más digital, Atti ilustra precisamente por qué Internet es (también) bueno para los adolescentes:
Si se utilizan correctamente, Internet y las redes sociales pueden ser una herramienta para que los jóvenes se desafíen a sí mismos y desempeñen un papel importante en su relación consigo mismos y con los demás. Por tanto, el deseo de desafío que acompaña naturalmente al crecimiento de los adolescentes no debe interpretarse de forma exclusivamente negativa: cuando se canaliza de forma positiva, supone una verdadera oportunidad de crecimiento y comprensión. Como recuerda Atti, los retos no son peligrosos en sí mismos, solo se convierten en un riesgo si se canalizan de forma incorrecta.
En este contexto, ¿qué papel desempeñan los retos positivos?
Como subraya Atti, los retos orientados a la caridad con un objetivo de recaudación de fondos o los que pretenden concienciar al público sobre un tema específico entran más generalmente en la categoría de retos positivos. En breve hablaremos del Ice Bucket Challenge que menciona Atti y que probablemente muchos conocerán. Pero antes, repasemos algunos otros ejemplos de retos positivos, para comprender el alcance y la variedad del fenómeno. Empecemos por el reto de la basura, también mencionado por Atti.
Nacido en 2015, el reto ‘Trash’ está directamente relacionado con una iniciativa lanzada por una empresa llamada Uco, el proyecto #TrashTag, está basado en una idea de Steven Reinhold, responsable de la marca en ese momento. Mientras Reinhold viajaba por California con un amigo, un billete salió volando por la ventanilla: ese momento le inspiró a recoger al menos un centenar de trastos a lo largo de su viaje, capturando el momento con una instantánea y publicando la foto en las redes sociales bajo la etiqueta #TrashTag con el fin de promover la limpieza ambiental y una renovada atención a la separación de residuos.
La iniciativa se convirtió entonces en un verdadero reto dirigido a los adolescentes en 2019, cuando aterrizó en Facebook como una provocación hacia los más jóvenes. Fue un éxito inesperado, superando los 337 mil compartidos y dando lugar al nacimiento de un fenómeno no solo social, sino también educativo y enfocado al respeto hacia la Tierra. A lo largo de los años, las redes sociales se han inundado de fotos de playas, parques, calles y lugares públicos que fueron limpiados por los jóvenes que pasaban por allí.
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Can your team everrrrrrrrrrrrr???😘
And yes, that’s us striking the #WorldWithoutWaste pose. We went to Kuje, we saw & we conquered.#ProudTrashHater#KujeCleanUp#TrashChallenge#InnovativeVolunteerism#TrashFreeNigeria#AbujaTwitterCommunity pic.twitter.com/ZoHZoTPSeB
— Adesuwa Obasuyi (@adesuwagreen) May 4, 2019
El ‘Mannequin challenge’ también fue una tendencia positiva. Lanzado con el objetivo de entretener a los espectadores mostrando a una o varias personas detenidas repentinamente mientras realizaban su vida cotidiana, se convirtió en una herramienta de denuncia en noviembre de 2016, cuando la actriz Simone Shepherd publicó un vídeo en su perfil de Instagram que usaba las reglas del ‘Mannequin challenge’ al tiempo que sensibilizaba a la opinión pública sobre el movimiento Black Lives Matter. El reto también se utilizó para fomentar debates positivos sobre el trabajo en equipo y la importancia de las relaciones con los demás, ya que se necesitan al menos dos personas para realizar estos vídeos. Un famoso programa de televisión filipino, It’s Showtime, alcanzó incluso titulares cuando involucró a todos los presentes en el estudio, incluido el público, en su propia interpretación del reto.
El reto de los 100 días felices (o el más breve reto de los 7 días de gratitud) es otro ejemplo de reto que es bueno para uno mismo y para los demás. Como se puede adivinar por los nombres, el reto pide a los usuarios que compartan en sus perfiles algo que les haya hecho felices ese día. Este tipo de retos puede tener un efecto positivo en el estado de ánimo de los participantes. Esta lista (que no es en absoluto exhaustiva) también incluye retos que implican a mascotas: el reto Snoot, por ejemplo, pedía a los dueños de perros que publicaran vídeos o fotos de los animales encajando su hocico en un círculo que habían hecho con sus manos. Además de ser divertido, el gesto sirve para que los animales se acostumbren a llevar bozales o collares especiales para después de una operación.
Jugar y poner a prueba a los demás
Los retos positivos no tienen por qué incluir esfuerzos de recaudación de fondos para causas nobles o el compromiso con un ideal común. La categoría también incluye los innumerables retos que invitan a ponerse a prueba con bailes individuales o en grupo. Hay muchos ejemplos, desde el Baile del Renegado hasta el Baile de la Sudadera. A veces, los retos «de baile» también acaban involucrando a familias enteras, como en el caso del reto Blinding lights, que pide a los usuarios que bailen con sus padres o abuelos.
Como vimos en el primer capítulo, los retos pueden distinguirse de otros contenidos online porque invitan a los usuarios a realizar una acción que puede estar relacionada con sus actividades diarias, incluida la cocina. Los retos culinarios son un género propio, específico y prolífico: desde el reto Bomba de chocolate caliente -en el que los usuarios se retaban a probar una deliciosa (¡y calórica!) receta a base de chocolate- hasta el reto Cara de limón, en el que los usuarios se grababan mientras comían una rodaja de limón para apoyar la lucha contra el tumor cerebral en los niños.
Hay muchos retos positivos (e inofensivos) que se han difundido a lo largo de los años. En todos estos casos, se pedía a los participantes que hicieran algo (como limpiar, jugar o cocinar) o que no hicieran nada (como quedarse quietos como maniquíes). Pero al menos en un caso, un reto consiguió algo mucho más ambicioso que la viralidad: es el caso del reto del cubo de hielo.
El caso del ‘Ice Bucket Challenge’
El reto del cubo de hielo es el ejemplo más famoso de los retos sociales positivos hasta ahora. El reto se lanzó en el verano de 2014 en Estados Unidos con fines benéficos, y pronto se hizo viral en todo el mundo, implicando a todos, desde ciudadanos de a pie hasta cantantes, actores, deportistas, políticos y otras celebridades.
¿Cómo funcionó el reto? Era muy sencillo: los usuarios publicaban vídeos en sus perfiles sociales con la etiqueta #IceBucketChallenge. En los vídeos, los usuarios vertían un cubo de agua y hielo sobre su cabeza, pidiendo a otras personas que participaran en el reto en un plazo de 24 horas. El objetivo era recaudar dinero para la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), ayudando a financiar la investigación científica. La ELA es una enfermedad rara causada por un proceso atrófico que afecta a elementos del sistema de motilidad voluntaria, provocando una parálisis muscular progresiva que afecta a la capacidad de moverse, hablar, tragar y respirar.
Tras publicar el vídeo en sus perfiles sociales, cada usuario estadounidense podía optar por donar cualquier cantidad a la Asociación de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ALS, por sus siglas en inglés), una organización estadounidense sin ánimo de lucro fundada en 1985 y dedicada a la investigación de la ELA. Cuando el reto se extendió fuera del país y se hizo viral a nivel mundial, varias entidades benéficas se involucraron. Según un estudio de la Universidad Johns Hopkins, el reto recaudó un total de más de 220 millones de dólares en todo el mundo, contribuyendo directamente a aumentar los fondos destinados a la investigación y el progreso científico.
Es interesante entender cómo nació esta campaña de concienciación y qué dinámica la hizo tan exitosa. Según reconstruye Time, al principio el reto no tenía nada que ver con la recaudación de fondos para la investigación de la ELA. En julio de 2014, «Chris Kennedy, un golfista de Sarasota, Florida, fue nominado por un amigo para participar en el ‘Ice Bucket Challenge’, que, en ese momento, no tenía nada que ver con la ELA. La campaña no estaba vinculada a ninguna organización benéfica específica, y los participantes seleccionaban una organización benéfica de su elección para hacer donaciones. El amigo de Kennedy había seleccionado una organización benéfica que beneficia a un niño pequeño con cáncer en la zona». Sin embargo, la ELA se mencionó por primera vez en el post de Kennedy: en el vídeo, el hombre mencionaba que el marido de la prima de su mujer estaba afectado por la enfermedad, y pedía a su pariente, Jeanette Senerchia, que intentara el reto. Senerchia aceptó, publicando el vídeo del cubo de hielo en su perfil de Facebook y etiquetando a otras personas. Para entonces, el reto estaba vinculado a la recaudación de fondos para la ELA, y empezó a extenderse como un reguero de pólvora hasta llegar a Pat Quinn, un hombre con ELA de Yonkers, un municipio situado en el Estado de Nueva York. A través de Quinn, el reto llegó a Pete Frates, antiguo capitán del equipo de béisbol del Boston College, al que le había diagnosticado ELA a los 27 años.
Es con Frates que el desafío obtuvo la atención nacional. Tras la publicación del vídeo de Frates en su perfil de Facebook el 31 de julio de 2014, la campaña despegó, haciéndose viral. El exdeportista, que entonces vivía en Boston y que más tarde moriría a los 34 años, en 2019, a causa de la enfermedad, contaba con una amplia red de seguidores y era una parte importante de la comunidad de la ELA. Según explica un artículo de la National Public Radio (NPR), Frates involucró a participantes de alto perfil en el reto social, incluyendo a la estrella de los New England Patriots, Tom Brady, y al propietario de los Red Sox, John Henry: al poco tiempo, celebridades como George W. Bush, Oprah Winfrey, Lady Gaga, Bill Gates y Steven Spielberg estaban haciendo sus propios vídeos del ‘Ice Bucket Challenge’ a lo largo del verano de 2014″. «Lo que empezó como un pequeño gesto para poner una sonrisa en la cara de Anthony y concienciar un poco sobre esta terrible enfermedad se ha convertido en un fenómeno nacional y es algo que nunca podríamos haber soñado», dijo Chris Kennedy en una entrevista.
Desde Estados Unidos, el reto se extendió por las redes sociales de todo el mundo, llegando a Australia, Nueva Zelanda, Canadá, México, Brasil, Alemania, Filipinas, Puerto Rico, India e Italia. Según los datos facilitados por Facebook en septiembre de 2014, entre el 1 de junio y el 1 de septiembre se compartieron en la red social más de 17 millones de vídeos con la temática del ‘Ice bucket challenge’. Fueron vistos más de 10.000 millones de veces por más de 440 millones de personas. En el mismo periodo, se subieron 3,7 millones de vídeos a Instagram con los hashtags #ALSicebucketchallenge y #icebucketchallenge. El del cantante pop Justin Bieber fue el más popular. El reto también recibió gran atención en YouTube: Los contenidos con temática de ‘Ice bucket challenge’ fueron vistos en total más de 43,5 millones de veces, con 24.357 vídeos diferentes subidos a la plataforma. El reto del cubo de hielo fue uno de los términos más buscados en Google a nivel mundial en 2014.
Éxito científico y en línea
La difusión mundial del reto también tuvo un fuerte impacto económico en las donaciones a las organizaciones que investigan la ELA. En su momento, la asociación de la ELA en Estados Unidos anunció que había recibido, entre el 29 de julio y el 18 de agosto de 2014, nada menos que 15,6 millones de dólares en donaciones, frente a 1,8 millones de dólares en el mismo periodo del año anterior. Lo mismo ocurrió con otras asociaciones que operan en el mismo ámbito en los países en los que se difundió el reto, sensibilizando a la población sobre el tema.
La Asociación de Enfermedades de las Neuronas Motoras -el equivalente británico de la Asociación ALS- recibió 2,7 millones de libras del 22 al 29 de agosto de 2014: antes del ‘Ice bucket challenge’, recibía una media de 200 mil libras a la semana en donaciones. En Italia, la Asociación Italiana de Esclerosis Lateral Amiotrófica (Aisla) dijo que «miles de italianos participaron en la iniciativa donando un total de 2 millones y 400 mil euros» que se utilizaron «para financiar la investigación sobre la ELA y para apoyar y asistir a las cerca de 6.000 personas que se enfrentan a esta enfermedad cada día».
Estos nuevos y enormes recursos también repercutieron en los resultados de la investigación científica. Según la Asociación ALS, los investigadores utilizaron la financiación de nuevos ensayos clínicos para probar posibles tratamientos. La asociación «comprometió casi 90 millones de dólares en todo el mundo para financiar la investigación entre 2014 y 2018, incluyendo 81,2 millones de dólares a través de 275 becas de investigación en los Estados Unidos y otros 8,5 millones de dólares a nivel internacional». La Asociación también utilizó el dinero del ‘Ice Bucket Challenge’ para invertir en más investigadores, ampliando la red de científicos que trabajan para desarrollar tratamientos y una cura. De 2014 a 2018, la Asociación ALS concedió 322 becas a 237 científicos diferentes para la investigación de la ELA». Hemali Phatnani, director del Centro de Genómica de las Enfermedades Neurodegenerativas del Centro Genómico de Nueva York, dijo que «el reto del cubo de hielo ha sido transformador en el campo de la genómica de la ELA. Hemos creado uno de los mayores recursos de datos de secuenciación del genoma completo de la enfermedad. Este recurso se ha compartido con socios de todo el mundo. Ha acelerado el ritmo del descubrimiento de genes de la ELA y ha dado lugar al mayor estudio de secuenciación de la ELA en Estados Unidos».
En 2016, gracias a los recursos obtenidos a través del reto del cubo de hielo, fue posible financiar un importante descubrimiento científico relacionado con la ELA: los científicos identificaron un nuevo gen (Nek1), considerado uno de los más comunes entre los que contribuyen a la esclerosis lateral amiotrófica familiar. La investigación, publicada en Nature Genetics, ha sido aclamada por los medios de comunicación como el mayor estudio jamás realizado sobre la ELA hereditaria. La identificación del gen Nek1 ha permitido a los científicos desarrollar una terapia génica para su cura.
«La colaboración mundial entre científicos, que fue realmente posible gracias a las donaciones del ‘Ice Bucket Challenge’ a la Asociación ALS, condujo a este importante descubrimiento», dijo John Landers, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts. Junto con Jan Veldink, del Centro Médico Universitario de Utrecht, Landers dirigió un estudio en el que participaron más de 80 investigadores de once países.
En conclusión, el reto del cubo de hielo nació como una tendencia en las redes sociales, pero dio pasos decisivos hacia la comprensión de una de las enfermedades más enigmáticas y raras que existen. Estos resultados son extremadamente reales: traspasaron las fronteras de las redes sociales, llegando a nuestras vidas directamente desde el mundo online. En esta ocasión, de forma positiva.